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Cómo recomendar recetas inteligentemente

Una de las tareas más complejas que enfrenta un nutriólogo a la hora de poner en vigor un tratamiento, es emitir una recomendación gastronómica. Sea en modalidad dieta o no-dieta, recomendar recetas culinarias ricas, abundantes y saludables a cada paciente en su condición suele tornarse extremadamente laborioso.

Esto, bien hecho, coloca a veces al profesional en la necesidad de transitar los límites de su oficio mientras se adentra en el mundo gastronómico. Diseñar una receta propia implica elaborar una lista minuciosa de ingredientes con sus medidas, explicar los pasos de la preparación, tomar tiempos y evaluar el nivel de dificultad, clasificarla correctamente para que sea fácil de encontrar más tarde, tomar una fotografía que revele nociones del plato terminado y nos invite a querer comerlo. Ni hablar de calcular la información nutricional por porción, algo que suele no incluirse en las preparaciones caseras. Para que todo esto salga bien, es necesario haberla preparado al menos una vez, y no cabe dudas de que todo esto lleva tiempo, y mucho.

Es cierto que puede optase por proponer platos listos de la industria, pero resulta contradictorio estimular al paciente a tomar elecciones inteligentes de qué ingerir si es un envase de comida rápida quien termina con la última palabra.

Hay dos formas históricamente muy difundidas para recomendar recetas.

La receta tradicional en papel

La primera consiste en la tradicional hoja escrita a mano con los ingredientes y las instrucciones. Claro está que es difícil de replicar, cambiándose por la versión impresa de la que salen muchas copias. Pero esta técnica presenta algunas desventajas:

  • Uno siempre termina perdiendo el archivo donde guardaba la receta
  • La impresión a veces no sale bien, consume demasiados insumos
  • Lo mejor de todo es cuando el paciente regresa pidiendo otra copia porque se le perdió en el cumpleaños del sobrino

La receta de blog

En el mundo moderno, muchos se animaron a montar su propio blog gastronómico y colgar sus recetas allí. No cabe dudas que el avance de la tecnología genera nuevas y mejores formas de comunicar. Pero esta técnica tiene también sus vicios:

  • Un blog tradicional no ofrece una estructura sólida de clasificación de ingredientes, procedimientos y tipos de cocina. En otras palabras, para una computadora es lo mismo si hablamos de cocina o jardinería. Una computadora no entiende de conceptos si no hay una estructura de datos que soporte dicha semántica.
  • Subir las recetas es un trabajo costoso. Implica dedicar mucho tiempo de redacción.
  • Aún cuando tenemos numerosas recetas listas, será difícil alcanzar una cantidad suficiente para ofrecer variedad a los pacientes. Tarde o temprano, si no existe variedad, genera fatiga de sabores.
  • Aún cuando nos tomemos el trabajo de calcular el aporte nutricional de cada receta, es difícil que esos datos puedan ser usados ágilmente para seleccionar recetas compatibles basadas en cálculos de requerimientos.
  • Es muy común que cuando un paciente aterriza a una página de receta, tiene a su disposición los datos de la misma, pero también ve cientos de recuadros con otras preparaciones tentadoras y otro montón de anuncios publicitarios de justamente… ¡lo que NO fue recomendado!

Se hace evidente, entonces, que encontrar un método de comunicar una recomendación presenta sus desafíos.

Una alternativa

¿Cómo sería entonces, un recetario que presente información limpia, concretamente de la receta que estamos recomendando y libre de distracciones?

Para nosotros, una receta debería contar con lo siguiente:

  • Ser fácil de identificar y darse una idea de cómo debería quedarnos
  • Ser atractiva
  • Ser fácil de leer y seguir las instrucciones
  • Darnos una idea de qué aportes nutricionales tiene
  • Ser fácil de encontrar en un extenso recetario
  • Ser fácil de compartir
  • Estar libre de distracciones de otras recetas no relacionadas
  • Poder determinar rápidamente y con certeza si nuestro profesional efectivamente nos la recomendó

Veamos cómo sería la anatomía de esta receta:

Anatomía de una receta de ejemplo en una presentación sin distracciones.
Anatomía de una receta de ejemplo en una presentación sin distracciones.

Conclusiones

Esperamos haber abierto el panorama y fomentar el pensamiento crítico hacia el perfeccionamiento de las técnicas y métodos de comunicación en materia de educación alimentaria. Este es un desafío de mejora continua donde todos debemos contribuir desde nuestros roles en la sociedad.

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